Historia
El rey de los Persas
Érase una vez, en 1917, en el popular y conocido Barrio Matadero Franklin, existía un edificio de grandes galpones que albergaba una fábrica de curtiembre y zapatos característica de la época.
A comienzos de la década de 1980, esta fábrica cesó su producción y se establecieron mercados informales alrededor de este edificio como consecuencia de una fuerte crisis económica que se desató en Chile.
La sociedad chilena de la época, marcada por el mando del Gobierno Militar, se enfrentaba a un escenario de muchos cambios, incertidumbre y la crisis económica de 1982 trajo consigo altas tasas de desempleo. Este contexto político-económico y social significó que estos mercados informales crecieran cada vez más.
En ese entonces, la fábrica fue rematada y los nuevos propietarios del edificio decidieron abrir sus puertas al comercio ambulante, transformándose en un lugar que recibió a cientos de vendedores, artesanos, cachureros, emprendedores del siglo XX, situándose como el primer persa que se instaló en el barrio.
En un inicio y durante mucho tiempo, los comerciantes y emprendedores instalaban sus productos en el suelo, que eran principalmente cachureos, antigüedades y restauraciones, encontrando en este galpón un refugio para los días de calor y de lluvia, y un lugar seguro para resguardar su mercadería.
Sus pasillos se llenaron de vida y colores, marcando el comienzo no sólo de una década especial en nuestro país, sino de un lugar histórico, icónico, y único, que se ha caracterizado –hasta el día de hoy- por el hecho de que en él podemos encontrar de todo: antigüedades, lámparas, muebles, revistas de antaño, estampillas, libros inimaginables, y un sinfín de productos de colección.
Una puerta abierta al pasado, un lugar donde se detiene el tiempo, un baúl lleno de reliquias y tesoros de otra época, razón principal por la cual ha sido llamado por los visitantes como “el galpón de los anticuarios”.
Con el paso de los años, comenzaron a instalarse otros “mercados persas” en el sector, siguiendo el modelo instaurado por el Persa Víctor Manuel cuya esencia se ha mantenido, y al mismo tiempo, se ha ido renovando. Su popularidad ha crecido y el nombre “Persa Víctor Manuel” resuena, siempre, como un espacio mágico y legendario. Las puertas también se han abierto al mundo del arte, siendo el primer persa en incorporar las actividades culturales y el arte urbano a su recorrido.
La consecuente recuperación y revitalización de espacios además ha dado paso a que este edificio de galpones se haya fortalecido como un punto de reunión, de encuentros, de expresiones artísticas y un panorama imperdible de fin de semana cuya particularidad se mantiene intacta.
Los locatarios son el alma de este lugar, han sido partícipes y cómplices del crecimiento de este espacio inigualable. La trayectoria, el impulso y el reconocimiento del Persa Víctor Manuel han convertido a este gran galpón en un modelo a seguir, destacándose entre los cientos de galpones persas existentes en nuestro país y en el mundo.
Alzando la voz, resonando en las calles, en la prensa, en el barrio, por su trayectoria, por ser los primeros, por sus colores, por su gente, coronándose como el rey de la cultura persa que trasciende épocas y que sigue construyendo historias que nos marcarán para siempre.